Hay personas que ven la IA como una amenaza a la educación en la medida que afecta al desempeño profesional docente, la calidad del aprendizaje, la creatividad y la toma de decisiones.

La IA está revolucionando el mundo empresarial y también el ámbito académico. El uso de la IA generativa por parte del alumnado pone en tela de juicio la forma de proponer y evaluar los trabajos de documentación e investigación.  La facilidad de acceso a través de Internet permiten el uso de los estudiantes en sus hogares y a su libre albedrío. En muchas ocasiones, en la opinión pública y en el desempeño profesional docente, desde el desconocimiento y la desconfianza, surgen miedos, expectativas poco realistas y rechazos a priori.

Precisamente en este artículo se propone un análisis de algunos mitos relacionados con el uso educativo de la Inteligencia Artificial con el propósito de establecer las condiciones para un uso constructivo, seguro, crítico y responsable de la IA en el ámbito académico.

Mito 1. La IA va a reemplazar a los docentes

La creencia de que la IA acabará con muchos puestos docentes es una de las opiniones más generalizadas. Hace meses la prensa inglesa publicaba que un instituto sustituía algunos docentes por ordenadores con acceso a aplicaciones IA. Cuando se lee con detalle la noticia se observa que el docente no desaparece, permanece al lado del alumnado pero cambia de rol. El profesorado deja de ser la fuente de conocimiento exclusiva y se convierte en un asesor o “coach” así como un facilitador de escenarios de aprendizaje.

La IA permite automatizar tareas y optimizar flujos de trabajo dentro del trabajo docente. La experiencia demuestra que los avances tecnológicos suelen generar más puestos de trabajo de los que suprimen. Las tareas repetitivas suelen ser fáciles de automatizar usando IA. Pero el ingenio, la creatividad, el sentido crítico y la inteligencia emocional son esencialmente humanas y resultan insustituibles. La toma de decisiones es una competencia exclusivamente humana que contribuye al desempeño del liderazgo y la innovación.

Mito 2. No se puede confiar en la IA

Todos los chatbots generativos muestran un mensaje de advertencia sobre la posibilidad de cometer errores y la recomendación de revisar la información proporcionada. Esto significa que pueden cometer errores conocidos con el nombre de “alucinaciones”.

En la actualidad la IA generativa tiene un porcentaje de fiabilidad por encima del 90%. Esto se traduce en que los textos que genera pueden resultar una excelente fuente de inspiración y ayuda pero requieren la revisión humana para asegurarse de que no contienen fallos.

La supervisión, siempre necesaria, contribuye a desarrollar el sentido crítico y la contrastación con distintas fuentes acreditadas. El desarrollo de esta competencia es fundamental para el alumnado porque su acceso a la IA es inevitable y las redes sociales exigen una protección frente a la proliferación de las fake news.

A nivel general se recomienda que no se utilice la IA en la elaboración de textos profesionales sobre temas que no se dominan mínimamente. Este criterio permitirá analizar su respuesta y detectar los posibles errores.

Mito 3. La IA reemplazará la creatividad humana

La IA generativa es capaz de generar textos, fotos, ilustraciones, músicas, vídeos … a partir de un prompt textual que trata de anticipar los detalles descriptivos de ese producto. Por este motivo algunos temen que la creatividad humana vaya disminuyendo en favor de la automatización que proporciona esta tecnología.

Es cierto que la IA ha alterado el proceso creativo digital. Dejando al margen las limitaciones de esta tecnología, la originalidad ha pasado a centrarse en la habilidad para redactar el prompt adecuado para conseguir el recurso que se tiene en mente. La originalidad en la elaboración del material se convierte en la originalidad en la redacción del prompt que es capaz de generarlo por IA.

No en vano han proliferado comunidades de “prompteros” en Internet que muestran sus obras junto sus correspondientes prompts para compartirlos con terceros y que estos los reutilicen en la herramienta IA indicada. Esto ha facilitado la democratización de la producción multimedia en el sentido de que posibilita que personas, sin muchas aptitudes artísticas, puedan generar productos originales para incorporar a sus trabajos con un acabado bastante digno.

En la actualidad la IA generativa multimedia tiene muchos límites. Resulta fácil reconocer que una imagen, audio o vídeo ha sido creado con una aplicación de este tipo.  No es capaz de crear algo con emoción e intención sino que se centra en mezclar patrones existentes a partir de la información masiva con que ha sido entrenada. Por tanto su obra no suele tener un significado profundo o un pensamiento original. Y de la misma forma que, en otros ámbitos de consumo, se pone en valor el producto artesanal frente al fabricado en una industria, la obra creada manualmente tendrá su lugar y convivirá con la que genera la IA.

Por tanto la IA puede ser una herramienta que facilita el proceso creativo ayudando en lluvia de ideas, redacción, diseño … pero no puede sustituir a la toma de decisiones, la experiencia personal y las emociones humanas.

Mito 4. La IA no tiene impacto en nuestra vida académica

Dejando al margen la gran cantidad de artefactos de nuestro vida cotidiana que funcionan con IA y que, a menudo,  nos pasan desapercibidos, nos centraremos exclusivamente en el ámbito educativo. Algunos docentes piensan que la IA generativa por parte de sus alumnos/as no es algo de uso generalizado. Pero la realidad es que los chatbots generativos han resultado ser las herramientas de mayor implantación a nivel mundial en toda la historia de la Humanidad. Concretamente ChatGPT ha contabilizado más de 600 millones de usuarios activos en marzo de 2025.

Los docentes no pueden seguir ignorando esta realidad. El alumnado de Secundaria, Bachillerato, FP y Universidad tiene integrado los chatbots generativos como una herramienta de trabajo habitual. Muchos de ellos han sustituido las búsquedas por Google por un asistente virtual que les proporciona la respuesta concreta más rápidamente. Ante esta situación  se hace necesario replantearse la asignación y evaluación de los trabajos de investigación del alumnado evitando el plagio IA. Algunos intentos se centran en proponer tareas donde sea difícil aplicarla: diseño de infografías, pruebas orales, exposiciones, enunciados contextualizados, pruebas sincronas, trabajos manuscritos … Muchas de estas modalidades se basan en evaluar poniendo más énfasis en el proceso que en el producto. Antes de la IA lo habitual era evaluar en diferido centrándose exclusivamente en el trabajo presentado.

Las herramientas detectoras del plagio IA son cada vez más eficaces. Ejemplo: GPTZero . El docente puede copiar y pegar el texto del estudiante para averiguar su procedencia. Un resultado del 100% permite afirmar su origen IA. Pero si el alumno modifica la redacción  de forma significativa puede generar resultados con % más bajos, ante los cuales ya se hace más complicado juzgar. Lógicamente esto es aplicable si el alumno/a teclea su trabajo en un documento digital y no lo es tanto si lo hace en lápiz y papel.  Sin embargo, la realidad a menudo es más compleja.  A la vez que se desarrollan y afinan herramientas detectoras de plagios IA, han surgido en paralelo otras aplicaciones denominadas “humanizadores IA” que modifican con un solo clic la redacción del texto procedente de la IA para camuflarlo y engañar a los detectores de plagio. Y además las prestaciones de estos conversores son mayoritariamente de pago. Lo cual puede generar una brecha digital muy grave en el sentido que algunos estudiantes, con buenos recursos económicos, se sitúan en ventaja frente a aquellos con poco poder adquisitivo.

Mito 5. La IA piensa como un ser humano

En algunos ámbitos se piensa que la IA genera respuestas complejas porque dispone de un pensamiento similar al razonamiento humano. Esto no es cierto. La IA no piensa sino que procesa la información. Esto significa que los modelos lingüísticos generan la secuencia de palabras basándose en probabilidades estadísticas. No son capaces de entender el significado del producto generado ni tampoco tienen autoconciencia o intencionalidad. Pueden imitar patrones pero carece de comprensión, emoción y reflexión por lo que no es capaz de crear o innovar como un ser humano.

En el aula es importante que el alumnado tome conciencia de la desmitificación de esta premisa. La IA puede ser muy útil en el procesamiento de grandes cantidades de información pero no se le pueden atribuir características humanas.

Mito 6. La IA es capaz de aprender por sí sola y lo recuerda todo

En ocasiones se sostiene que los modelos IA evolucionan y mejoran de forma autónoma porque entrenan con los datos que reciben de los usuarios. Esto significa que cuantos más datos reciben, mejor es su respuesta.

Aunque tienen capacidad para procesar gran cantidad de información, los sistemas IA no pueden funcionar de forma autónoma. Existe detrás todo un numeroso equipo de ingenieros, gestores de datos y expertos que son responsables de la evolución del motor IA definiendo parámetros, refinando datos y eliminando sesgos. Se trata de optimizar la calidad, relevancia y diversidad de los datos. Sin la continua supervisión humana, el modelo IA se estancaría, reforzaría sus errores y se degradaría su precisión.

En este sentido es interesante que el alumnado realice prácticas sobre la creación de programas en Scratch de Aprendizaje Automático con herramientas como ML4K  o bien LearningML. Esto les permitirá tomar conciencia de cómo funciona la IA y sus fases de diseño: entrenamiento, aprendizaje, depuración y codificación.

Por otra parte también se suele sostener que un sistema IA funciona como un supercerebro robótico capaz de retener toda la información que recibe. Pero esta apreciación tampoco es cierta. La mayoría de los chatbots conversacionales no guardan las interacciones anteriores de forma indefinida y tienen un límite en la cantidad de información que pueden procesar en cada cuenta de usuario (tokens). La capacidad de almacenamiento siempre tiene limitación física en los servidores por mucha capacidad de que dispongan.

Mito 7. La IA siempre toma decisiones éticas y morales adecuadas

Existe la creencia de que la IA es neutral y libre de prejuicios. Si solicitaremos la “foto de una persona con éxito profesional, en el alto de una montaña, mirando al horizonte en una puesta de sol” tenemos mucha probabilidad de que genere la foto de un hombre caucásico vestido de traje y corbata. La IA entrena con información que extrae de Internet y que ha sido publicada por seres humanos con distinta visión, formación, rigurosidad e intenciones.  Por este motivo la información puede ser errónea o contener lagunas o sesgos. La IA reproducirá esos defectos e incluso puede llegar a amplificarlos.

Por todo ello se requiere abordar con el alumnado el uso de la IA en distintas tareas para familiarizarlo con el sentido crítico necesario para discernir la veracidad de la información que proporciona mediante el contraste con otras fuentes. Esta competencia resulta muy importante en una sociedad tan influida por las redes sociales y los medios de comunicación.

La cita de las fuentes en los trabajos de investigación también es una práctica recomendada. Hace tiempo los chatbots generativos utilizaban la información publicada en Internet sin tener en cuenta los derechos de autor omitiendo los sitios web donde obtenían esa información y a cambio ofrecían un texto elaborado libre de derechos de autor. Sin embargo, con el tiempo han ido evolucionando e incorporando una herramienta de búsqueda web que se debe utilizar para generar un documento con referencias directas de las fuentes. Como tarea adicional es necesaria la comprobación de que la información incluida se corresponde con las webs referenciadas ya que a veces se detectan errores.

También es necesario recordar que todos los chatbots generativos disponen de un filtro ético que impide proporcionar respuestas a peticiones sobre temas ilegales. Aunque existe algun hacker que se jacta de haber eludido ese filtro, la realidad es que la mayoría de personas, entre ellas nuestros alumnos/as, pueden utilizarlo en condiciones de seguridad.

Mito 8. La IA no es accesible a las personas sin habilidades técnicas

Lejos quedan ya los sistemas IA basados en lenguajes de programación complejos  y reservados exclusivamente a expertos informáticos. Cada vez es más común ver cómo la IA forma parte de muchas de las herramientas y plataformas de producción digital que usamos a diario. Gemini en Google Docs y Copilot en Office 365 son ejemplos de integración de la IA en herramientas ofimáticas ya existentes.

Ya no hace falta ser un experto en tecnología para poder utilizar la IA. Surgen soluciones pensadas para que cualquier persona, sin conocimientos técnicos, pueda sacarle partido fácilmente. Las interfaces se están volviendo más sencillas e intuitivas permitiendo interactuar con la IA de forma natural y sin complicaciones.

Una de las áreas que más se están desarrollando es la IA generativa, que destaca por su capacidad para comunicarse usando el lenguaje natural. Esa facilidad para mantener una conversación fluida y humana es parte de su éxito. Y esto permite la utilización del alumnado que centra sus esfuerzos en ser capaz de redactar un prompt descriptivo con los detalles del texto o imagen que desean conseguir.

El “arte del prompt” es también una competencia a desarrollar con el alumnado. Consiste en una secuencia de peticiones/respuestas donde es posible conseguir productos muy elaborados y personalizados que son el resultado de la mezcla de aportaciones IA y del pensamiento humano del estudiante. Y en la toma de decisiones de esa ruta de descubrimiento y aprendizaje protagonizada por el alumno/a también es posible identificar capacidad, destreza e inteligencia cuando se compartan esos hilos de conversación con el docente y resto de compañeros/as. Esta habilidad va más mucho más allá del “copy/paste” de una respuesta obtenida a partir de una simple petición y representa una aplicación más constructiva y educativa de la IA en nuestra vida cotidiana.

Mito 9. La IA pone en peligro la privacidad del alumnado

En cuanto al uso de herramientas tecnológicas, en este caso la IA,  es oportuno hablar del principio de privacidad que estos últimos tiempos parece impregnarlo todo. No es que la protección de la privacidad de nuestro alumnado no sea algo importante. Que lo es. Pero es que en muchos casos se utiliza como ariete que justifica y legitima a las conciencias tecnófobas en la excusa perfecta para retornar la lápiz y papel en el aula como garantía de seguridad y tranquilidad.

Sin recurrir al tópico de que la “IA ha venido para quedarse”, es una pena que se renuncie a la interesante ayuda que proporciona esta potente tecnología con el argumento de que compromete la privacidad y la protección de datos . Como ocurre con otras aplicaciones es necesario enseñar a nuestro alumnado a reducir su huella digital y a no proporcionar datos personales en su interacción con ellas. Y esto no se consigue prohibiendo estas herramientas sino utilizándolas en el aula en distintas tareas y poniendo en práctica y con especial énfasis estas medidas de seguridad.

Algunos chatbots generativos ya permiten un uso anónimo. Aunque con ciertas limitaciones pueden utilizarlos sin necesidad de registrarse con sus cuentas de correo electrónico. Es el caso de ChatGPT, Copilot, DeepSeek … Y cuando sea necesario registrarse otra posible solución es el uso de cuentas anonimizadas que salvaguarden su privacidad. En Internet existen manuales y recetas con instrucciones que facilitan disponer de este tipo de cuentas.

Mito 10. La IA garantiza una ventaja competitiva de los centros educativos

Algunos centros educativos asumen que al incorporar la IA en su docencia diaria les proporcionará cierta competitividad en su oferta educativa. Pero la IA por sí sola no es suficiente. Como acontece con el resto de tecnologías, es importante mimar cómo se implanta, se utiliza, se entrena y se personaliza.

La automatización de tareas docentes se puede conseguir con cierta facilidad usando una herramienta IA. Esto incrementará la coordinación y uniformidad de criterios en el centro educativo. Sin embargo, también requiere compartir recursos entre el profesorado e invertir tiempo/esfuerzo en entrenar estas soluciones con información propia que garantice respuestas más personalizadas y adaptadas al proyecto educativo del centro.

Un capítulo especial lo constituye el uso de la IA por parte del alumnado. Dejando al margen el impacto mediático en las familias, afrontar esta alfabetización es un reto ineludible teniendo en cuenta el impacto de la IA en nuestra sociedad.

Conclusión

Hace tiempo que hemos superado la dualidad “humano-máquina”. Debemos dejar que la máquina haga lo que mejor sabe hacer: automatizar tareas mecánicas. Y reservamos para la mente humana tareas más creativas y de toma de decisiones. Y en este contexto la IA puede ser un aliado potente como fuente de inspiración siempre y cuando la mente humana lidere la toma de decisiones y las aportaciones creativas.

La Inteligencia Artificial nació hace años con el propósito de sustituir y vencer a la inteligencia humana jugando al ajedrez. La computadora “Deep Blue” de IBM consiguió vencer al campeón del mundo, Gary Kasparov. Esta concepción de la IA ya debería estar obsoleta. En el ámbito académico es necesario proponer al alumnado tareas que incorporen herramientas IA. Pero el criterio didáctico crucial es proponer actividades que usando la IA contribuyan a desarrollar la inteligencia de nuestros alumnos dejando al margen otras actividades basadas en sustituirla por la IA.

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